Entrevistamos a Jorge Cassino, director de la Compañía "Dekomikos", que representarán "Lombrices" e próximo viernes 26 en el Centro Cultural El Madroño. Argentino de dilatada carrera, nos responde encantado a esta sucinta entrevista con motivo de la puesta en escena de esta premiada obra. (Premio Certamen de "Teatro de Humor" por el Instituto Nacional de Teatro de Argentina)-
Por Paula Guzmán y José Antonio Guzmán
Buenos días, Jorge. Quería
empezar esta breve entrevista por algo que me ha llamado la atención de la dilatada
carrera de “Dekomikos”: Habeis llevado a escena un montón de obras de autores
variopintos, tanto españoles como sudamericanos. Esta gran diversidad a la hora
de decidir la obra a representar, ¿responde a una búsqueda de nexo común entre
éstas, o bien en los intereses o temas de los autores, o simplemente es
casualidad?
Bueno, a veces son ofrecimientos que nos llegan, pero
en cualquier caso el primer paso para llevar a escena una obra es que el
material te tiene que gustar. Últimamente nos hemos inclinado por la comedia,
como un género que permite tratar temas importantes de un modo más liviano, pero
que no quita profundidad: En “Lombrices” o por ejemplo en la anterior obra
representada, “Compañía” se tratan temas importantes pero con humor, a través
de una visión más galante o cómica que permiten aceptar ciertas cosas con una
sonrisa, aunque sean temas duros.
Jorge Cassino con las dos intérpretes de "Lombrices"
Muchos de estos autores escogidos
rondan la cincuentena. ¿Tiene esta generación algo en común que te interese
especialmente?
Sí, es cierto que hay muchos autores en
ese entorno de edad, por ejemplo Pablo Albarello -autor de “Lombrices”- tiene
unos 50, el anterior era algo mayor. Pero no es una condición importante, lo
importante es su conocimiento de la estructura teatral, de lo que quieren
contar, que nos toque emociones, pensamientos, los textos tienen que
transmitir..,
“Lombrices” habla sobre dos
mujeres mayores que viven en un mundo ligado al pasado, y están encerradas en
su casa. Esta situación coincide con la actual pandemia. ¿Ha sido casualidad
o habéis aprovechado este contexto para
llevarla a escena?
Realmente fue casual, pues estrenamos
esta obra en septiembre del 19 en la sala La Encina en Madrid, previo por tanto
a todo esto que está pasando. La obra plantea una situación realmente similar,
pues se trata de dos mujeres que viven en su pisito, y están ajenas a todo lo
que ocurre fuera; el espectador no sabe si quieren ignorarlo adrede o es que no
se enteran, pues algo importante está pasando fuera y ella están recluídas en
su pequeño espacio habitable. Luego la pandemia nos metió a todos en casa y
ciertamente, son las sorpresas que te
dan las obras a veces, la realidad las resignifica. Pero no, ya ves que cuando
lo estrenamos no había pandemia. Por
alguna razón estas señoras no quieren salir ….
¡Eso habrá que descubrirlo
en El Madroño el día 26, no vamos a avanzar nada por ahora!. Quería preguntarte
por otra parte por el “grotesco argentino”, un género teatral del que la mayoría
no sabemos nada, y en el que se enmarca esta obra. ¿Puedes explicarnos
brevemente cuáles son sus características?
Aunque aquí no se llame así, también hay
autores que emplean sus técnicas. De un modo simple se podría definir como una
mezcla peculiar de risa y llanto. Se producen situaciones en las que te estás
riendo de algo que te hace llorar, o estas llorando por algo que no deja de ser
gracioso. Hay dos ejemplos en películas muy conocidas que pueden ayudar a entenderlo:
Tanto en la francesa “Intocable” como en la española “Gigantes” encontramos estas
técnicas. En la primera se cuenta la historia de un hombre tetrapléjico y su
cuidador, y en la segunda la de un grupo de discapacitados que entrenan y
juegan al baloncesto; en ambos filmes, el humor esta cuidado de una manera muy cuidadosa pero la situación de partida es
muy trágica. La relación y la acción que se desarrolla despierta al menos
sonrisas, si no risas claras en ciertos
momentos. Hay autores muy conocidos que trabajan en esta línea y su obra ha
sido representada en España, como Mauricio Kartun. Los argentinos tenemos como
por herencia, por ósmosis, la posibilidad de reunir en una misma obra la
comicidad y el drama. En el caso de “Lombrices” las protagonistas son dos
mujeres ancianas que tienen un secreto compartido desde hace tiempo, es una situación
de suspense pero se ve condicionada por la avanzada edad, pues tienen movilidad
limitada, el discurso a veces se les va de la cabeza, el pasado está siempre presente
… La vejez provoca dolor, pero ¡cómo me río con lo que está pasando!. Pero eso
sí, esa risa siempre surge con un profundo respeto en el tratamiento, no nos
reímos de una persona mayor por su situación, nos reímos porque a veces tanto
dolor hace reír … Es una situación ambigua. Muchos espectadores me han
comentado que en su interior, al ver la representación, se preguntan “¿De qué
me estoy riendo, si esta situación es tremenda?”. Esa pregunta es la que de
alguna manera queremos instalar en el espectador amén de otras muchas cosas.
Dado que tenemos dos
mujeres protagonistas, supongo que estamos ante una obra de continuos diálogos …
Sí, por supuesto. Pero hay continuos
diálogos y continuos silencios, y miradas, y otras muchas cosas que no se
pueden explicar, que tienen que ver con el trabajo de las dos actrices.
Vuestra obra está
programada para celebrar el Día Mundial del Teatro. ¿Tú crees que estos eventos
internacionales tienen sentido a día de hoy, valen para algo o por el contrario
crees que hay que seguir apostando por ellos?
Por supuesto que hay que celebrar este día,
me parece extraordinario. El teatro por ahora es el único género que no se
puede reducir a Internet, porque, ¿por qué vamos al teatro con la inmensa
oferta de series, programas de televisión, películas, …? Pues porque el teatro mantiene
algo irreductible: la intimidad de estar
con otras personas que nos acompañan en una misma sala, tanto actores, músicos u otros espectadores, con los que compartimos el dolor, la alegría, la
emoción, en un mismo espacio y en un único momento irrepetible. Eso nos hace
vibrar y al menos de momento no se puede
bajar de internet. Tú puedes ver a actores inmensos, por ejemplo a José Bódalo en algún viejo Estudio 1, pero la emoción de estar enfrente del actor
no es repetible. Por eso el teatro está vinculado a la vida, porque es muy
efímero. Cuando termina, termina. No hay posibilidad de repetir. Cada función
es una nueva historia, a pesar de que sea el mismo guion o cuente con los mismos
actores y actrices, pero estas vinculando
otra situación que ya no es la misma.
Y también hay que recordar lo que ha
pasado tras la apertura de las salas, tras el confinamiento: Los espectadores
estaban esperando ocupar su localidad, volver a estremecerse frente al
escenario. No hay modo de reemplazar los actos escénicos presenciales.
De eso te quería preguntar
ahora; el aforo del Centro Cultural El Madroño se ha visto reducido
considerablemente, pues apenas disponemos de unas 70 plazas cuando dispone de
240, con la consabida distancia de seguridad. Esto os tiene que afectar a las
Compañías, esas sensación tan particular del aforo completo ahora mermado por
las medidas tomadas.
Sí claro, la circulación continua entre
público e intérpretes, y en sentido contrario, esa extraña química que se da en
el teatro, se diluye cuando hay mucha menos gente. Esto se nota mucho en comedias, como es este caso. Hay muchas situaciones humorísticas, y la risa es
algo que se contagia; la gente no se ríe habitualmente sola; uno se ríe y el de
al lado también, y el de más allá … El llanto es más individual, por supuesto.
Lo que ahora ocurre es que escuchamos risas pero aisladas, debido al distanciamiento,
claro.
Antes de finalizar la entrevista quiero avisarte
de una particularidad de esta obra: las dos actrices son relativamente jóvenes,
mucho más que sus personajes. Esto es habitual en teatro, claro, pero lo que no
es tanto es lo que hacemos en “Lombrices”: el juego de la transformación en el
escenario, pues en algún momento de la obra vuelven a su papel de actrices que transforman el espacio, y de
nuevo vuelven a ser las viejitas. Es un
juego de metateatro, teatro dentro del teatro para poder mostrar cómo se hace
un espectáculo, en este caso con dos
personas que son mucho mas jóvenes
Sigues añadiendo razones
para acudir a El Madroño a presenciar esta representación…
Pues muchas gracias Jorge.
Nos vemos el próximo 26 en El Madroño, para disfrutar de “Lombrices”.