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5 de julio de 2019

Este fin de semana ... 5 y 6 de julio. Noches de Valdebernardo




Este fin de semana, en el Parque Forestal de Valdebernardo, se inicia el ciclo "Las Noches de Valdebernardo", organizado por la Mesa del mismo nombre de los Foros Locales del Distrito. 

Living water


La primera propuesta es el concierto de góspel del grupo "Living water" (viernes 5. 21:30 horas

El coro Living water de Madrid es un proyecto musical nacido en 2007 con el propósito de dar a conocer el género gospel al público español. Ofrece gospel en estado puro, sin aditivos, cargado del mensaje de esperanza que transmiten cada una de sus canciones. Más de 70 voces y una banda formada por seis músicos. (Información obtenida de su página web)




El sábado 6, a partir de la retransmisión de la ópera "Il trovatore" en streaming desde el Teatro Real de Madrid. A las 20 horas, habrá una presentación didáctica a cargo del organista y educador musical Fernando Kruse. Y a partir de las 21:00 horas, la retransmisión. 


DURACIÓN DE LA RETRANSMISIÓN
Sábado, 6 de julio, 21.00 horas

Actos I y II: 1 hora y 12 minutos
Pausa de 10 minutos
Actos III y IV: 1 hora y 5 minutos





IL TROVATORE

Dramma en cuatro partes

Música de Giuseppe Verdi

Libreto de Salvadore Cammarano, basado en la obra de teatro El trovador (1836) de Antonio García Gutiérre

Estrenada en el Teatro Apollo de Roma, el 19 de enero de 1853.

Estrenada en el Teatro Real el 16 de febrero de 1854.

Coproducción del Teatro Real con la Opera de Montecarlo y la Royal Danish Opera de Copenhague.


EQUIPO ARTÍSTICO



Director musical Maurizio Benini

Director de Escena Francisco Negrín

Escenógrafo y Figurinista Louis Desiré

Iluminador Bruno Poet

Director del Coro Andrés Máspero

REPARTO


El conde de Luna Ludovic Tézier

Leonora Maria Agresta

Azucena Ekaterina Semenchuk

Manrico Francesco Meli

Ferrando Roberto Tagliavini

Inés Cassandre Berthon

Ruiz Fabián Lara

Un mensajero Moisés Marín


Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real


Las funciones de Il trovatore cuentan con el patrocinio de Endesa

La retransmisión se lleva a cabo con el patrocinio de: Telefónica, Loterías y Apuestas del Estado, Mutua Madrileña, Redexis, ENIT (Organismo Oficial Italiano para el Turismo) y RTVE


                                                                                              



MANRICO, EL HÉROE VERDIANO Y LA FUERZA DEL DESTINO
Joan Matabosch

La acción dramática de “Il Trovatore” se sitúa en Aragón en el siglo XV, durante la guerra civil que enfrentó al conde Jaime de Urgell, pretendiente de la corona aragonesa tras la muerte de Martín el Humano, y a Fernando de Antequera, de la rama de los Trastámara, finalmente coronado rey por el Compromiso de Caspe (1412). Este es el contexto en el que se desarrolla la tragedia homónima de Antonio García Gutiérrez estrenada en el Teatro del Príncipe de Madrid en 1836 con un éxito memorable. Mariano José de Larra, liberal e ilustrado, fue uno de los primeros en deshacerse en elogios y en considerarla una obra “plenamente romántica”. Años después Benito Pérez Galdós aseguraría que el texto de García Gutiérrez escondía “una médula revolucionaria dentro de la vestidura caballeresca; en él se enaltece al pueblo, al hombre desamparado, de obscuro abolengo, formado y robustecido en la soledad: hijo, en fin, de sus obras; y salen mal libradas las clases superiores, presentadas como egoístas, tiránicas, sin ley ni humanidad”.
Como afirmaba Larra, la obra es “plenamente romántica” en primer lugar porque se desarrolla en el  mundo de la caballería y del romance medievales, que los románticos siempre prefirieron al mundo clásico: un castillo, un campo de batalla, un claustro y una prisión son los espacios de la trama; y en segundo lugar porque el protagonista se escapa radicalmente del arquetipo del clasicismo, que era el del poderoso encarado a la responsabilidad de su deber. Manrico, el protagonista de “Il Trovatore”, encarna la esencia misma del héroe romántico trágico, obligado a jugar la partida de la vida con unas cartas marcadas por un destino adverso: es un proscrito social que se cree hijo de una gitana; es un rebelde comprometido políticamente con los Urgell, la dinastía derrotada; es un alma sensible dedicada, como trovador, a componer los poemas que cantarán los juglares, profesión revestida en la época de una aura de marginalidad; rechaza las normas sociales y cualquier sentido de la autoridad; y encima está enamorado de una dama de la corte en principio completamente inaccesible, pero que pronto descubriremos que lo corresponde desafiando ella también esas normas sociales, indiferente a la amenaza de que su amante tenga un origen tan despreciable para los demás. Y, frente a Manrico, el conde de Luna es la encarnación misma del antihéroe romántico: poderoso, perteneciente a la facción de los victoriosos Trastámara, cruel, implacable y rechazado por la dama que pretende.
Es precisamente en la figura de Manrico donde convergen las dos obsesiones que enmarcan la acción, la pasión amorosa y la pasión por la venganza, dos tramas que tienen por protagonistas a las dos mujeres: la aristócrata Leonora, su amante; y la gitana Azucena, que lo ha criado desde su nacimiento y a quien cree su madre. Manrico es, en ambas tramas, la víctima trágica de las intrigas de los Luna. Y cuando, finalmente, el conde de Luna encierra en prisión a la madre y al hijo y ordena la ejecución del trovador, Azucena revela que Manrico es, en realidad, su hermano, que ella había raptado recién nacido para vengar la muerte de su madre en la hoguera por bruja pero que luego, incapaz de asesinarlo, había adoptado como un hijo enfrentándose ella misma a terribles pesadillas presididas por la vieja ardiendo en la hoguera y clamando venganza. Finalmente, muy a pesar de la voluntad de todos los demás personajes, se acabará consumando esa venganza que exigía la vieja desde la pira en su último aliento.


Será la fatalidad de este cruce de pasiones amorosas y vengativas lo que llevará a que, sin saberlo, uno de los hermanos ejecute al otro. Por eso Benito Pérez Galdós consideraba que “aquello de resultar hermanos los dos rivales, también tiene su miga: no es otra cosa que el principio de igualdad, proclamado de forma dramática”. Todo ello dentro de la muy verdiana idea de una “fuerza del destino” contra la que se estrellan los esfuerzos del héroe que, según Pierre Milza, Verdi hizo suya desde el principio de su carrera (…) y alimentó toda su obra, proporcionándole su tonalidad pesimista y prometeica. Pesimista, puesto que el héroe verdiano es vencido al final, al igual que el hombre en su lucha contra la muerte. Prometeica, puesto que, aunque sea desesperado, el cuerpo a cuerpo con el destino legitima su existencia y fundamenta su grandeza”.

Joan Matabosch
Director Artístico del Teatro Real





IL TROVATORE
ARGUMENTO

ACTO I

Dentro del cuarto de guardia del palacio de Aragón, el capitán Ferrando ordena a sus hombres que estén pendientes de Manrico, el trovador y enemigo del conde de Luna. Fuera, el conde merodea impaciente bajo la ventana de Leonora, esperando la llegada de Manrico. El conde está enamorado de Leonora, pero ella ama a Manrico.

Intentando que los guardas no se duerman, Ferrando cuenta un episodio de la historia del conde: el conde tenía un hermano menor que quedó debilitado y enfermo por el hechizo de una gitana muchos años atrás. Por ello el rey la condenó a morir en la hoguera. Desde la pira, ella encargó a su hija Azucena vengar su muerte. Azucena secuestró al bebé del rey y lo lanzó a la hoguera para que muriera junto a su madre. A pesar del hallazgo de huesos de niño entre las cenizas, el rey se negó a creer en la muerte de su hijo. Muchos años después, en su lecho de muerte, encomendó a su hijo buscar a Azucena.

Leonora, en su habitación, se confía a su amiga Inés, y le dice que ama a Manrico. Aunque Inés muestra sus reservas, Leonora las desdeña. Leonora escucha la voz de Manrico en la distancia y se apresura a salir a recibirle.  En la oscuridad, confunde al conde con Manrico, pero por suerte enseguida aparece Manrico. Ella corre a su lado para abrazarle. Loco de celos, el conde reta a Manrico a duelo. Este acepta el desafío a pesar de que Leonora hace todo lo posible por impedirlo. Los dos hombres se pierden en la noche para pelear.

   
ACTO II

A la caída de la tarde, Manrico está sentado junto a la cama de su madre en el campamento gitano mientras se oye a los gitanos entonar su canto. Azucena, que no ha olvidado la petición de venganza de su madre, le cuenta a Manrico que, cuando raptó al bebé del rey, se confundió de niño y arrojó por error a la hoguera a su propio hijo.

Aun a sabiendas de que no es su hijo biológico, Manrico le jura que su amor hacia ella sigue intacto. Después de todo ella siempre ha sido cariñosa y leal con él. Jura a su madre que la ayudará a obtener venganza, pero confiesa que es incapaz de matar al conde de Luna. Le cuenta que aunque salió vencedor en el duelo, sintió que una extraña fuerza le dominaba y le impedía acabar con la vida de su enemigo.

Llega un mensajero que anuncia que Leonora ha entrado en un convento creyendo que Manrico ha muerto. Determinado a impedirlo, Manrico corre hacia Leonora, a pesar de las objeciones de su madre. En el exterior del convento, el conde ha preparado un plan para raptar a Leonora. La pasión que siente hacia ella es aún más ardiente que antes. Cuando Leonora aparece con las demás monjas, el conde pone en marcha su plan. Pero Manrico llega justo a tiempo para salvar a Leonora y ambos huyen juntos del conde y sus hombres.



ACTO III

El campamento del conde ha sido instalado no muy lejos de donde se encuentran Manrico y Leonora. Ferrando entra con Azucena, a quien ha capturado cuando merodeaba fuera. Ella alega que ha perdido a su hijo y lo está buscando. Cuando el conde desvela su identidad Azucena se queda petrificada. En ese momento Ferrando reconoce en ella a la mujer que raptó al hermano pequeño del conde, y ordena que Azucena muera en la hoguera.

Manrico y Leonora, enamorados y felices, están a punto de contraer matrimonio. Cuando van a pronunciar sus votos, irrumpe Ruiz, amigo de Manrico, y cuenta que Azucena está prisionera y condenada a morir en la hoguera. Manrico lo deja todo y corre en su ayuda.


ACTO IV

Cuando Manrico llega a las puertas de la prisión donde se encuentra su madre es también capturado. Ruiz acompaña a Leonora a la cárcel y ella promete que le salvará. Poco después llega el conde. Con el único fin de que su amado quede libre, ella promete entregarse al conde, pero secretamente ingiere veneno. No permitirá que el conde la haga suya.

Dentro de la celda, Manrico consuela a su anciana madre, que finalmente se queda dormida soñando con días más felices. Llega Leonora y apremia a Manrico para que escape. Pero cuando este se entera de cómo ha conseguido llegar hasta él, se siente traicionado y se niega a abandonar la celda. Enseguida el veneno empieza a hacer efecto y Leonora se desploma en brazos de Manrico. Ella dice a Manrico que prefiere morir en sus brazos a casarse con otro hombre. 
  

Cuando el conde entra en la celda, Leonora acaba de morir y ve su cuerpo exánime en brazos de Manrico.  Encolerizado, ordena a sus hombres ejecutar a Manrico. Azucena se despierta y, cuando ve que la ejecución ha tenido ya lugar, grita que su madre ha sido vengada: el conde ha matado a su propio hermano.